Inspirado en un cuento de José Mataloni
Yo también pude ser ella en mil fantasías...
Yo también te miraba sin mirarte
y sentía tus ojos clavados en mi cuerpo,
como queriendo penetrarme,
sin importar de qué manera...
Yo también pude sentir como tu deseo,
pegaba mis ropas sueltas a mi cuerpo
buscando mis formas...
Yo también pude hipnotizarte con mis caderas
mientras seguías mis cadencias con tus ojos
queriendo mover las tuyas a mi ritmo...
Anestesiados por el patchouli
iniciamos la danza de dos dioses cuando se aman...
Y acabamos oliendo a incienso y a sexo,
sin distinguir los límites de la espiritualidad y la carne...