Recorre su cuerpo con sus propias manos,
como una divinidad recreándose a sí misma.
Baja una mano hacia su sexo.
Va al encuentro con Shiva.
El falo de este dios no se detiene.
La penetra con suavidad y firmeza
y asciende por su cuerpo.
Le realza los pechos
y ella se los toca, pezón a pezón.
La explosión del orgasmo
llega junto a un estallido de luz esmeralda
abarcando su ajna y el más allá…
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