Performance de poesía erótica que conjuga un puesta en escena de poesía y música.

domingo, 21 de febrero de 2010

Brujas, meigas, sorgiñak, hechiceras, magas, lobas…

Búhos, lechuzas, sapos y brujas. Demonios maléficos y diablos, espíritus de las nevadas vegas. Cuervos, salamandras y meigas, hechizos de curanderas... Fuego de almas en pena, mal de ojo... olor de los muertos, truenos y rayos. Ladrido del perro, anuncio de la muerte... pie del conejo. Pecadora lengua de la mala mujer casada con un hombre viejo. Infierno de Satán y Belcebú, fuego de los cadáveres en llamas... pedos de los infernales culos... Vientre inútil de mujer soltera, maullar de gatos en celo, pelo sucio de cabra mal parida…
(Así inicia el conjuro de la queimada.)

Cuando era pequeña las brujas no pasaban de leyenda y de vivir confinadas en los cuentos. Nos enseñaban que las brujas eran feas y malas y, como tales, debían ser castigadas para que todos pudiéramos vivir felices. Pasaron los años y me convertí en la Maga y luego en una Loba incapaz de callar sus aullidos… Y es así como, andando a cuatro patas, conocí cosas mucho más interesantes de las que se pueden ver si andas en dos.
No hace mucho tiempo descubrí una historia, un episodio que ocurrió a escasos metros de donde ahora vivo pero hace 4 siglos atrás.
El 7 de noviembre de 1610, en Logroño, la Santa Inquisición quemaba en la hoguera a 11 personas acusadas de herejía. Eran “Las brujas de Zugarramurdi”, una aldea al norte de Navarra, en donde España linda con Francia. Allí corre el Arroyo del Infierno que indica el camino hacia las cuevas en las afueras de la aldea. Allí las "sorgiñak" (brujas vascas), se reunían para celebrar los "akelarres" (palabra vasca que significa "prado del macho cabrío") danzando de manera desenfrenada a la luz de las hogueras y al son del txistu y el tamboril. Cuentan que solían tener lugar actos sexuales y que a ello se unía el alcohol, del que se dice corría en abundancia, junto con los alucinógenos y otro tipo de drogas distorsionadoras del comportamiento humano, como la mandrágora, que se consumían a través de pócimas y otros brebajes. Se cuenta también, que las brujas untaban las escobas con ungüentos de sustancias alucinógenas y que, al frotarse con ellas la vagina esto era lo que las hacía "volar".
Analizándolo a la distancia, creo que no se diferencia mucho de lo que ocurre un sábado por la noche dentro de cualquier local nocturno, o al menos de lo que algunos intentan que ocurra y sin ser, por ello, acusados de herejes. Pero hace cuatrocientos años el que un grupo de mujeres se reuniera por las noches para charlar, bailar bajo la luna sin pudor (muchas veces desnudas), divertirse en una especie de comunidad femenina y, tal vez, mantener contactos sexuales entre ellas o con el macho cabrío, que quizás haga referencia a varones que a veces las acompañaran... no debía ser fácil de entender.
Así fue como los propios vecinos, quizás por miedo, por envidias, por saldar rencillas o por defectos físicos que no eran de su agrado, se convirtieron en sus primeros acusadores y jueces, llegando a aplicar su propia leyes con sus manos y cometiendo, en muchos casos, mayores aberraciones contra ellas de las que se las acusaba.
Y me tienta seguir comparando e insisto, no dista mucho de la realidad actual, aunque con diferencia de matices. Los inquisidores se han disfrazado y siguen mezclados entre la gente, acusando a quienes se atreven a abrir su mente, a sentirse y mostrarse libres, a quienes se atreven a ser. Y seguramente el castigo ya no es la hoguera, al menos no literalmente, sino la alienación, el despido de un círculo o de un trabajo, el maltrato físico y psicológico, la ablación, los burkas, la discriminación y tantos otros descalabros que ocurren cada día, aún 4 siglos después.
El “Santo” Oficio torturó, quemó y mató en nombre de Dios y, en nombre de sus dioses, los hombres siguen aplicando su justicia “divina”, excepto que sus dioses sólo pueden tener dos nombres posibles: dinero y poder. Dioses que la gente adora cotidianamente y a los que se rinde culto en cada esquina, en los nuevos templos a los que llaman bancos, en la televisión, en las empresas, en todas partes…
A comienzos del siglo XVII los Autos de Fe constituían todo un espectáculo para el pueblo. De hecho, a aquel famoso acto ocurrido en esta ciudad, asistieron más de 20.000 personas procedentes de todas partes y ataviadas con sus mejores galas. Y siguen queriendo asistir, por eso se les sigue dando circo.
De algo estoy segura… de haber vivido en este mismo lugar, pero en 1610, ése día hubiéramos sido doce las quemadas en la hoguera…





Una curiosidad para mi Gallo… Otro de los tantos sitios en los que se celebraban aquelarres por aquel entonces es el poblado de Gallocanta, al suroeste de la provincia de Zaragoza.
Y otra... la imagen es de Goya, se titula "el aquelarre", quien siguió muy de cerca el proceso de Zugarramurdi a través de su amigo, el escritor Fernández de Moratín.

1 comentario:

  1. Creemos que hemos avanzado desde entonces, pero solo en tecnologias y comodidades para el dia a dia. A nivel de respeto hacia los demas seguimos anclados en el siglo XVII. Simplemente por ser mujeres, tenemos mas posibilidades de ser perseguidas, acusadas y juzgadas para despues ser quemadas, que si hubiesemos nacido hombres.
    Una curiosidad para el gallo y la loba, si leeis el Exodo cap.22,vers.18 dice: " A la hechicera no dejaras que viva" Ahora solo hay que pensar, si en aquella epoca "hechicera" era quien curaba con hierbas, leia las estrellas, preparaba "brevajes"..... ¿quien se salvaria hoy de la hoguera?....... ni un simple camarero se libraria de morir quemado ya que prepara "brevajes" para los demas.
    Por este humilde comentario, yo seria la numero 13.

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