Performance de poesía erótica que conjuga un puesta en escena de poesía y música.

viernes, 22 de enero de 2010

Adagio para un amor


“Seremos lo que haremos juntos” (André Gorz)

Recojo los versos que ayer dejaste y los hago míos porque sé reconocerme en ellos. Con una habilidad digna de un mago, has sabido sondear en mi alma y extraer de ella lo que, durante este largo y silencioso “tempo”, me ha unido a ti y, a la vez, separado.
Y si ves que me pongo melancólica, permítemelo una vez más pero no te preocupes, que la melancolía no siempre es sinónimo de tristeza. A veces es simplemente recordar y eso representa mucho más que tener a alguien presente en la memoria, significa volver a pasarlo por el corazón.
Y, casi sin darme cuenta, voy dejando que vuelvas a entrar en mi alma de puntillas, que sueñes que mi corazón atesora el alma de la mujer con la que vas a morir....
Entre tus versos se me coló el recuerdo de otra historia de amor, pero esta vez uno posible y más cercano en el tiempo, el de André Gorz y su esposa Dorine. Una especie de Romeo y Julieta del siglo XXI pero cuya imposibilidad de seguir amándose no era ni una disputa familiar, ni la distancia. Podría decirse que, no sólo no fue imposible, sino uno de los amores más posibles de la historia, un amor envidiable, un romance del que cualquiera quisiera ser protagonista. Entonces ¿Cuál era la imposibilidad que tanto los atormentaba a ambos? La incapacidad de seguir siendo sin el otro…
Pocos meses antes de que los dos apareciesen muertos en su casa, Gorz escribía a su amada Dorine: “Recién acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, sólo pesas cuarenta y cinco kilos y sigues siendo bella, elegante, deseable. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco volví a enamorarme de ti una vez más y llevo de nuevo en mí un vacío devorador que sólo sacia tu cuerpo apretado contra el mío. (...) Espío tu respiración, mi mano te acaricia. A ninguno de los dos nos gustaría tener que sobrevivir a la muerte del otro. A menudo nos hemos dicho que, en el caso de tener una segunda vida, nos gustaría pasarla juntos.”
Fue un sábado, para que nadie pudiera auxiliarlos. Ingirieron una mezcla fatal de medicamentos y, cuando encontraron sus cuerpos, yacían uno junto al otro, siempre inseparables, como lo fueron en vida desde que se conocieron en 1947.
¿Sabes? Para Gorz, la mayor dificultad radicaba en la imposibilidad de explicar filosóficamente por qué uno ama y espera ser amado por una persona. Porque ¿cómo no amar hasta la muerte a la mujer que le hizo “descubrir la riqueza de la vida, amándola a través de ella”? A aquella joven dulce que le hizo olvidar que “no podía pasar más de dos horas con una muchacha sin aburrirse y hacérselo sentir”. Dorine, una mujer que lo “hacía sentirse en otro mundo”, pero que por encima de todo le permitió “asumir su propia existencia”.
Finalizo con tus bellísimas palabras y me atrevo a decir que, sin duda, Dorine y André han podido “encontrar la paz propia del que muere amando.”
¿Seguirá el mundo regalándonos más historias de amor como ésta?

3 comentarios:

  1. primera reacción, otro "Pufff"! pero esta vez me atrevería a algo mas.
    Mi respuesta a tu pregunta, Loba, es "SI" porque el amor no tiene edades históricas, nosotros tendemos a creer que estas cosas sucedian antes, pero tal vez por amante ferviente del concepto amplio de belleza, del Arte y del Amor en todas sus formas, yo sostengo que si.
    Y si el mundo no nos la regala, tendremos que inventarlas, querida amiga.
    He dicho.
    :) Namasté a tutti.

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  2. Agradezco que, esta vez, tu Pufff haya exhalado más allá... Y sí, en un mundo donde el amor parece haber pasado a ser efímero, aún quedan historias que nos recuerdan que no es un sentimiento relegado a otras épocas. Y, como bien dices, si no quedan, las haremos...

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  3. Creo fervientemente en el Amor...creo que todos nos movemos por ese concepto...amor al dinero, a lo plastico, a lo material a lo facil...como sea el amor mueve...y con los años aunque el amor es más terrenal...más maduro...más concreto....el amor "extrañamente" nos vuelve niños de pecho o adolescentes soñadores....yo prefiero quedarme ahí.
    Sofía

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